Debido a mi formación como arquitecta, mi postura ante el arte pictórico siempre tiende a la abstracción.
La base de mis trabajos desde el origen fue la mancha con su contundencia, la potencia del color y la línea, aunque despareja, temblorosa e irregular. Tal vez por esta razón, mis obras semejan vistas aéreas de ciudades, topografías extrañas, recorridos aleatorios.
Recientemente, al incorporar el collage, mi obra fue haciéndose más orgánica. Las tramas y las improntas que invadían la tela dejaron paso a los papeles de seda de colores. Gracias a ellos, con la bondad de su transparencia, fueron apareciendo figuras distintas, aladas, que imitaban la gracia de las mariposas. La insistencia en la aparición de estos seres míticos, me llevó a investigar y descubrí que representan muchas cosas: necesidad de cambio, transformación total, reencarnación, magia.
Para los griegos, la mariposa es símbolo de la divinidad femenina primigenia, emblema del alma, diosa Psyche (Psiquis).
Para los aztecas, simboliza el aliento vital. Para los mayas, el alma del guerrero. Los mahoríes ven en ella el símbolo de la inmortalidad. En China y Japón representa la felicidad conyugal.
Y en el siglo pasado, el Efecto Mariposa fue la base de la Teoría del Caos.
Curiosamente, también el caos es la semilla de mi obra, ya que no hay idea preconcebida ni croquis que dirija el pincel. Pinto lo que veo dentro de mí misma… por eso el nombre de mis series, cronológicamente ordenadas: Consructivista, Orgánica, Red, Lúdica, Etérea y la actual… Serie Mariposas. Todas responden a estados del alma en el momento en que fueron pintadas.
En su ciclo vital oruga-crisálida-mariposa, cambia completamente su adn. Tal vez me haya visto reflejada en esa mutación. Como poder resurgir del letargo , vibrante con alas nuevas.
“No se es sin mariposa; no se es sin el vuelo circular y espiralado del que llega a un lugar sin haber partido de otro, sin llegar
(Silvina Ocampo).